Ser mujer significa aprender que mis pecados son pocos, que todavía faltan más, que mis ojos son puertas para millones de oportunidades y que mi existencia es bendecida solo por el hecho verme con mis afectos y defectos.
Año tras año me pongo la piel de gallina cuando recuerdo las sentencias que dicté sobre mí misma y me perdono porque no hay mayor alegría que sentirme tan mía, tan a gusto conmigo. Me descubrí y me redescubro mientras más pasa el tiempo. Así necesite veinte vidas para reivindicarme conmigo misma, seré siempre mía: sensual, poderosa y preciosa.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.