Mis silencios me hacen ruido

Andrea mis silencios hacen ruido
Andrea mis silencios hacen ruido
Andrea mis silencios hacen ruido

Texto y autorretrato Andrea Castillo

En mi ser está cada palabra que no dije y que quedó atragantada en mi pecho, causando molestia en cada paso que doy. Quieren salir por mis dedos, escritas en las letras que plasmo en esta fría noche de recuerdos de algo que no logro terminar. Mis silencios me hacen ruido y hacen eco en el dolor que se niega a maldecir.

Sus verdades tergiversadas los hacen gente de este mundo hostil que no siente, que se limita a vivir a blanco y negro entre rutinas de desazón y amargura. Y yo no creo que a eso se le pueda llamar “vivir”.

La cobardía hace parte de ustedes, el miedo a entregar algo que creen propio pero que al final terminan rifando a cualquier postor. El corazón les pesa por la cantidad de ira que cargan y la venganza que anhelan hacía quien en muchas ocasiones no tiene nada que ver.

Me dan pena. Están lejos de ser humanos y de comportarse como personas racionales. Son como animales que solo se dejan llevar por el instinto carnal y que se niegan a sus sentimientos, aun cuando no los puedan ocultar. Se escabullen en el momento en que empiezan a sentir la fuerza del amor. Se aíslan en la oscuridad de un odio que pulula entre quienes transitan las calles de la soledad.

Esta sociedad atrapa en un laberinto sin salida. Uno en el que no se permite expresar las emociones del día a día. Uno que vende al ego como si fuera posible que el mundo girara a nuestro alrededor, cuando ni nosotros mismos valoramos nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. Uno en el que se ama con los ojos cerrados y los puños abiertos. Uno del que me siento prisionera, aun sabiendo que yo no soy así.

No me quedo en silencio porque ya me harté de mentir. Porque sé que en las noches a ti y a mí nos pesa el negarnos decir lo que llevamos en el pecho, lo que en realidad sentimos, lo que mutuamente compartimos. Este amor inmenso que impulsaría cualquiera de nuestros sueños, si nos decidiéramos a no hacer al otro a un lado, si nos juntáramos para hacer de la compañía algo más que ocho letras.

Pero ahí estas tú, luchando por envolver tu alma en una coraza de hierro que te da una fuerza inerte; y aquí estoy yo, con el corazón maltratado en la mano, exponiendo las heridas a quien no tiene idea sobre curar.

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