Micromomentos
Texto y autorretrato Tatiana Contreras
Ahí fuera huele a metal, el afán de los días consume, nadie mira a los ojos, las calles llenas de polvo e historias rotas te quiebran, ni los semáforos te regalan los segundos necesarios para escapar. Ahí fuera huele a metal.
Luego, en la intimidad la fragilidad. La fragmentación de lo que ahí fuera olvidas ser. La empatía con ese espejo que te mira, con esa sábana que te palpa, con esas otras yo que te sostienen, con esas nostalgias que te arrullan hasta que por fin, duermes.
Rosagantes los sueños que de niña me acompañaban. Un beso en la frente de mis padres antes de descansar.
Ahora la cama se hace más chica y yo me hago más grande, el peso de los meses se siente y quedo ahí, con mil pensamientos por segundo y la incansable compañía de las sombras que habitan en mí.
Son épocas extrañas, no me entiendo a veces, me quiero un poco más, y al finalizar de cada día me salvo en la fragilidad.
Cerrar los ojitos y respirar tan pero tan profundo que no te quede ni un poquito más de aire. Aguantarlo unos segundos y desinflarte. Ahí, solo ahí, sacarlo todo, desatar los nudos, pedirte perdón, abrazarte con coraje, ponerte en pie y cambiar de sitio la almohada, la lámpara, los cuadros y la vida.
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