Abrazarme a mi misma, llorar en mi propio hombro, cultivar la paciencia.
Continuar avanzando en el proceso por más lento que sea porque cada paso que doy cuenta.
Enfocarme en lo que me hace creer y crecer.
Liberarme a través del clarinete, que me ayuda a transitar caminos que me desorientan, aprender a bailar incluso cuando la música no suena y amarme a mi misma de la mejor manera que pueda.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.