No me digas que no porque te diré mil veces más que sí.
Mi cuerpo no es para tu consumo, mi cuerpo no es para tu disfrute y mucho menos para agradarle a tu sollozante moral.
Soy inmoral porque soy mujer, soy inmoral porque soy también un cuerpo, soy inmoral porque me enseñaron que “puta” es un insulto y las niñas se quedan calladas para no desarmar el sistema. Me juzgas, me dices que soy impura ¿Mi respuesta? Condenar tu moralidad fría, rígida y clandestina, tan exacta como 1+1=3.
Has aprendido a disimular lo ridículo, a enmascarar lo obvio y a satanizar lo natural. Mi desnudez es vida, mi desnudez es libertad y mi desnudez no es para ti. Mi cuerpo es mi templo, mi cuerpo es mío. Soy inmoralmente sagrada y moralmente indiscreta.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.