A lo largo de mi camino, he descubierto que la desilusión es un maestro que fortalece. En momentos de decepción y desánimo, he aprendido a confiar en mi propia fortaleza. A regañadientes me dije que no sería capaz de caminar sola pero siempre supe que en cada paso cuento con mis manos para agarrarme con fuerza, con mis dedos entrelazados entre mis dudas y mi alma.
Las expectativas rotas y los sueños perdidos me han enseñado que mi poder reside en mí misma: no busco más apoyo en lo externo, sino en mi interior, me abrazo y encuentro la fuerza para sanar y crecer.
No se trata de resistir o rendirse, sino de hacer frente a la verdad con valentía y así descubro mi verdadera esencia, mi propia liberación.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.