En la desnudez de mi cuerpo, encuentro mi verdadera esencia. Bajo la caricia del agua, me despojo de las máscaras y me abrazo con gratitud. Esta ducha se convierte en un ritual de purificación y aceptación. Cada gota de agua es una bendición que renueva mi conexión conmigo misma. En este espacio, me empodero y me amo sin reservas.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.