En el corazón del bosque, entre la vida que florece y se desvanece, encuentro mi ser desnudo y vulnerable. Mis imperfecciones son mi fortaleza, mis cicatrices son mis historias. En este santuario abrazo mi cuerpo como un templo sagrado, donde la belleza radica en la autenticidad y la fuerza en la vulnerabilidad.
Mis raíces se entrelazan con las del árbol ancestral, mis curvas son ríos que fluyen en armonía con la tierra. En esta danza de desnudez y naturaleza, celebro la fuerza, la resiliencia y la belleza única de mi feminidad.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad
Con la suscripción para ver las sesiones completas buscamos hacer sostenible el proyecto, sin perder el enfoque del mismo.