No se trata de que no podamos, y mucho menos no debamos, desnudarnos. Nuestros cuerpos son nuestro lugar de existencia, las personas somos piel, somos seres sensibles, somos materialidad, espíritu y energía, todo habita aquí, bajo esta piel.
Se trata de que nuestros cuerpos están siendo mercantilizados, cosificados, vulnerados, bajo condiciones complejas porque pareciera que nos han convencido de que si lo hacemos por nosotras mismas no es lo que parece, es empoderamiento, mientras sistemas y grandes maquinarias capitalistas realizan transacciones y nos condicionan a interactuar corporalmente con el mundo a través de relaciones económicas, conviertiendo nuestros cuerpos en un objeto de deseo, en satisfacción sexualmente enferma, en el lugar en el que se degrada el respeto y la admiración por la poesía hecha vida.
Para mí, desnudarnos debería ser una experiencia íntima, transparente y amorosa, de forma que lo que resulte de exponernos en carne propia sea un reflejo de nuestra humanidad, de nuestra sensible vulnerabilidad.
Texto y modelo Dana Kamila Corredor | Fotografía Julián Rodríguez C.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.
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