Lienzo de cicatrices

Texto y autorretrato Ana María Salazar

Este cuerpo que he odiado tanto, que me habita y al que habito de formas distintas a diario.

Este cuerpo que escogí paso a paso en alguna que otra equivocada decisión, que me lleva a todos lados; al que miro de reojo con miedo y al mismo tiempo abrazo en las noches cuando solo somos él y yo, en esta cama vacía para no llorar ausencias.

Soy de tetas pequeñas y perforadas, de trasero enorme y la desproporción de una barriga no tan grande y tampoco tan pequeña; como una pera (o a veces perra). Soy lo que he sufrido, llorado, atacado, las cicatrices de haber lesionado mi piel durante años, pero soy este cuerpo, este templo habitado. Soy mi cuerpo, mis decisiones, mis labios rotos, nuestros dedos en mi sexo, tus caricias inolvidables, en este que es mi propio lienzo de cicatrices y colores que recuerdan que ahora puedo verme, sin remordimiento, con miedo al espejo, pero ganas de rodear mi propia cintura en un infinito “gracias por ser mi templo, fiel testigo de años y daños. Por ser, mi poesía hiriente, mi camino suicida, mi eterno cielo y compañero viajero; mi yo”

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