Libro por todas

Cuando empecé a desnudarme no era feminista, tampoco conocía la palabra empoderamiento.

No concebía mi cuerpo como un territorio mío sino como un cúmulo de piel, tetas y nalgas que debía complacer a los demás.

No me permitía disfrutar de mi sexualidad tan libremente como mis fotografías de aquella época sugerían, la palabra “puta” me perseguía como algo negativo.

Tampoco me imaginaba si quiera permitirme conocer una versión diferente a la siempre depilada y siempre “perfecta”. Esa versión que me quitaba tanto tiempo y confianza de mi misma.

Ni pensar en defenderme si me ofendian, todos tenían razón menos yo. Hasta que me cansé.

Han sido 8 años desde que comenzó este camino del auto-desnudo y todavía aprendo tanto de mi misma cada vez que decido volver a atreverme.

Esta vez, libro por todas.

Que no nos sigan diciendo qué debemos hacer con nuestros cuerpos ni poniendo sus espectativas en nosotras.

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