La mujer salvaje. Robusta, colmada, tan poderosa como la fuerza vital, dadora de vida, consciente de su propio territorio, ingeniosa, leal, en constante movimiento. Puede rastrear y correr, convocar y repeler. Puede percibir, camuflarse y amar profundamente. Es intuitiva, típica y respetuosa con las normas. Lleva relatos y sueños, palabras, cantos, signos y símbolos. Es al mismo tiempo el vehículo y el destino.
Las mujeres deben regresar a sus vidas instintivas, a sus más profundos conocimientos Pongámonos en marcha ahora mismo y volvamos a recordar nuestra alma salvaje. Dejemos que su carne vuelva a cantar en nuestros huesos. Despojémonos de todos los falsos mantos que nos han dado. Cubrámonos con el verdadero manto del poderoso instinto y la sabiduría. Penetremos en los territorios psíquicos que antaño nos pertenecieron. Desenrollemos las vendas, preparemos la medicina. Regresemos ahora mismo como mujeres salvajes que aúllan, se ríen y cantan las alabanzas de Aquella que tanto nos ama.
Para nosotras la elección no ofrece duda. Sin nosotras, la Mujer Salvaje se muere. Sin la Mujer Salvaje, nos morimos nosotras. Para la vida, para la verdadera vida, ambas tenemos que vivir.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.