Habitantes

Texto y autorretrato Kitsune

Durante años crecí cautiva dentro de mí misma; el ser que movía este cuerpo no era yo, sino un verdugo que me mantenía oculta del mundo. Me sentía como un cascarón sin alma, deambulando por la vida. Estaba convencida de que ese verdugo estaba fuera de mí, como un titiritero que se reflejaba en los rostros de los otros y me hablaba con sus voces. Pero no, aquello sabía esconderse tan bien, que no lograba librarme de su esclavitud.

Con el tiempo, un ímpetu empezó a arder dentro de mí y un buen día se encendió como una llama. Dejé que el impulso guiara la primera decisión importante en mi existencia, basada en lo que mi corazón me susurraba. Desde entonces aterricé en mi propio cascarón; estaba tan frío y quebrado que no sabía cómo empezar a armar sus piezas, aún no sabía verme dentro de este cuerpo mío. ¿Quién era yo? ¿Qué era yo? ¿Qué quería de mí? ¿Qué debía hacer conmigo?

Después de incontables intentos, tras fallar y tropezar sin resultados, hoy al fin le he empezado a dar forma a mí cascarón, me he encontrado dentro y fuera de él, me he podido ver reflejada en sus cicatrices y en sus detalles poco convencionales. Sin embargo, al apropiarme más y más de este cuerpo, descubrí que nunca había estado sola. Aquella presencia vil que estaba acostumbrada a gobernarme, habitaba en las heridas, entre cada grieta, se alimentaba de cada tristeza y reproducía cada memoria con dolor. 

Así lo entendí, que aquella también era yo; que mi ser había evolucionado en una dualidad perpetúa. Y cuando ese verdugo se resistió a renunciar a su poder, desató una horrible batalla que imperó hasta el día de hoy dentro de mí. Soy un cascarón quebrado que prometiendo resistir tal enfrentamiento, frecuentemente se deja quebrar un poco para  permitir que entre la luz; porque sabe que esta vez queremos ganar. Hace mucho me siento exhausta de lidiar con esta lucha, segundo a segundo, pero ahora sé que siendo mi propia enemiga tengo la ventaja, así que alzaré la bandera blanca para empezar a repararnos de nuevo y está vez juntas. 

Me gusta sentirme propia y cómoda en mi ser, me transmite vida poder sintonizar mi alma con mi cuerpo; por eso no quiero perder de nuevo esa sensación. No quiero volver a esconderme jamás, ni permitir que nadie tome decisiones sobre mí. 

Esta soy yo, este es mi hogar, mi escudo y mi arma, y en él vivimos ella y yo: dos almas, dos mentes, dos guerreras, dos habitantes.

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