Caminando entre rocas pensaba en que cada una de ellas es el origen de cualquier figura, o aún sin ser modificadas son las que dan forma al paisaje. Tonos grises con tinte a planta y a tierra, tan iguales, pero tan únicas.
Me recuerdan a los cuerpos desnudos, tan perfectos, tan distintos, tan llenos de curvas que a veces no notamos o tan preocupadas por ellas que nos olvidamos de lo hermoso de su unicidad, de la espectacularidad de su forma, de la divinidad que contiene. Esos cuerpos que merecen ser admirados más y juzgados menos, esos mismos que en piel hablan tanta verdad.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.