Bastó con solo ver en ese reflejo, el cansancio, el deterioro de mi cuerpo que se volvió difícil de ocultar.
Muchas veces me cuestioné el por qué yo era así, y no de la manera que “debía ser”, pero no había un porqué, sino un para qué; ahora sólo puedo pensar que de ninguna otra forma deseo ser, amo la debilidad que hay en mi, porque sin ella, sin duda, no habría conocido la fuerza, amo la tempestad porque sin ella no habría conocido la calma, amo el dolor, porque sin él no sabría lo que es el consuelo, amo la angustia porque sin ella no sabría lo que es la paz, amo la ira porque sin ella no sabría lo que es la paciencia, y podría decir muchas otras cosas que tienen cara de “malas” pero que siempre nos obligan a crecer, soy todas y cada una de ellas, y a ninguna hoy renunciaría.
Entre demonios y ángeles vivo y de ambos me alimento, soy yo, una mujer imperfecta, maravillosa y feliz.
A pesar de todo lo que conlleva hacer y planificar este contenido de calidad para Diarios secretos, seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, para verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.
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