Me atrevo a decir que todos los seres del mundo, en nuestro afán por alivianar las asperezas, hemos palpado el poder sanador de la naturaleza. He ganado en la vida al descubrirlo desnuda. No hay día que no me pregunte por qué tuvo que surgir la vergüenza y con esta la imposibilidad para la mayoría de sentir comodidad en su desnudez. Al interactuar con la naturaleza y, obvio también los animalitos que en ella se encuentran, te percatas cada vez más de la armonía en la que coexistimos. Cómo sin muchas veces ser conscientes interactuamos con ella y salimos renovados. Qué deleite ha sido poder plasmar esta renovación en el lente.

Modelo y texto Manuela | Fotografía Julián Rodríguez C.