Diario de un aislamiento prolongado

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Existe una mansión con miles de millones de kilómetros que se ubica dentro de mí.

Estoy recorriéndola poco a poco, habitación por habitación, a solas.

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Ya nada va a ser igual, vos no vas a ser igual.

A veces me canso de escucharme todo el día.

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Sí, yo entiendo las cosas que tengo que hacer para estar bien. Pasa que cuando estoy triste me cuesta mucho.

Me extraño.

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Me he abandonado en el miedo de perderme.

Desde ahora me abrazo con la fuerza y el coraje más grande, porque hoy me necesito más fuerte y viva que nunca.

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Bañitos matutinos de luz.

Y aunque no veo el sol desde mi habitación, abriga un poquito. Y se agradece.

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Ya no cuento los días, mudar dentro de mi propia casa, literalmente estoy estrenando habitación, y con ella amoblándome a nuevas emociones que el espacio permite. Acá hay más luz y más lugar para meditar, cosa que agradezco.

Hoy se cumple más de un mes desde que no salgo de la casa. Recuerdo con mucho amor esa última vez que salí. Atravesé la ciudad de norte occidente a las 11 de la noche después de ver Borat. Salí sin pensar que realmente esto iba a durar tanto.

Los días pasan solos y después de mucho tiempo hoy el momento apacible me reconforta.

No me acostumbro al camarote que esta encima. Pero ahí vamos. Conociéndonos.

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Texto y autorretrato Tatiana Contreras

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