Desnudarme para verme
Ayer una chica en twitter decía que no le parecía modesta ni bonita una mujer que para sentirse empoderada, se “encuerara”. Al interpelarla y decirle que eso era un acto de amor propio para muchas, simplemente respondió que al final la que perdía su valor, era yo.
¡Ojo! ¿Perder mi valor? ¿Ser modesta? ¿Dejar de ser bonita por mostrar piel? Me hice esas preguntas un poco decepcionada y triste, pero por encima de todo, sorprendida sobremanera al ver la capacidad que tienen otros (hombres y mujeres) de minimizar los procesos de los demás solamente por un prejuicio de valor y una necesidad de hacer ver vulgar y negativo, algo tan natural como al desnudez.
Yo hoy rescato y resalto mi decisión, mi desnudez y la de otras, porque en el largo camino de despojarse de las mentiras que nos dice la sociedad sobre nuestro cuerpo, caminé sola observando mi cuerpo, y no podía creer que no me gustara lo que veía, mientras también me costó pensar que no podía sentirme bien conmigo misma. Pero hoy, después de hacer un largo proceso de aceptación, de conciliar con mis pensamientos, de seguir afirmándome diariamente, y sobre todo de haberme reconocido desnuda y vulnerable al mundo, he aprendido a amarme mucho más.
Aprendí que exponerme en piel, alma y corazón, era un acto de valentía y amor profundo, no un mecanismo de aprobación, y mucho menos una manera de buscar aplausos. Desnudarme ha sido de las decisiones que más pensé precisamente por comentarios como el que mencioné al principio, pero luego entendí que había sido de las mejores decisiones que había tomado en la vida, porque entre mujeres encontré la fuerza y estoy completamente convencida, de que entre mujeres nos inspiramos.
He conocido el poder de verme y de que a través de mi proceso, otras mujeres comiencen a verse también. Si esto no es verdaderamente poderoso, no sé qué lo sea. Hoy invito a todas esas mujeres que por tantas razones evitan mirarse al espejo desnudas, que se tomen todo el tiempo necesario para entenderse, para verse, y luego reconozcan la proeza de estar trabajando en ellas mismas, porque en este mundo donde juzgan hasta por amarse, ponerse de primera es una revolución.
Modelo y texto Vanessa Castro Álvarez| Fotografía Julián Rodríguez C.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.
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