Catarsis

 

 

 

La relación que he tenido con mi cuerpo ha sido como una montaña rusa, llena de altibajos, donde con mucho esfuerzo y amor propio he logrado mejorarla.

Esta sesión de fotos la hice en un momento muy significativo de mi vida, debido a que recientemente había estado internada por depresión y ansiedad. Uno de los factores que desencadenó esta situación fue, precisamente, la relación que llevaba con mi cuerpo y la manera en cómo lo percibía. Por mucho tiempo no me sentí cómoda con él; me fajaba constantemente para evitar que se me salieran los rollitos, hacía dietas absurdas que encontraba en Internet, las cuales evidentemente no funcionaban. A menudo lo comparaba con el de las demás chicas y me recriminaba el no poder llegar a estar lo suficientemente linda como ellas. Tenía mucho rechazo hacia mi aspecto, al punto que comencé a lastimar mis brazos y piernas como una forma de castigo, pues creía firmemente que no estaba a la altura de cumplir con los estándares de belleza que la sociedad me impuso desde pequeña. Incontables veces buscaba aprobación de mi cuerpo en otras personas para sentirme bien, pero esa sensación de bienestar era efímera, así como llegaba se iba de inmediato y la rutina de juzgarme siguió creciendo con el tiempo.

Mi paso por la clínica psiquiátrica fue una etapa que difícilmente olvidaré, marcó en mi un antes y un después. Descubrí que algunas situaciones me habían generado emociones tan incontrolables y negativas que no me permitían soltar el pasado. Aprendí que mi salud y bienestar van primero que cualquier cosa; que, si no me quiero a mi misma y no me doy el valor que merezco, nadie más lo hará. Entendí que soy mucho más que un cuerpo y tengo tanto por ofrecer tanto a mi como a los demás.

Al comprenderlo, la visión distorsionada que tenía sobre mi aspecto poco a poco empezó a cambiar; ya no me miraba al espejo con resentimiento, al contrario, admiraba cada centímetro de mi cuerpo, como si este fuera un templo, pero no cualquier templo, Mi Templo… Aquel que debo amar y valorar porque habitaré en él durante el resto de mi vida. Esta vez, cuando me veía en el espejo, fui capaz de visualizar esos pequeños detalles que forman parte de lo que soy, y que antes no podía admirar por el dolor que me generaba hacerlo.

Al dejar de juzgarme y empezar a amarme, noté que tengo una cintura hermosa y bien definida, que mis senos, aún siendo pequeños, son preciosos a su manera, y que mis tatuajes cuentan historias mientras le dan realce a mi piel.

En la sesión fotográfica al aire libre, me hizo compañía una persona especial que me ha apoyado en el transcurso de este proceso y ha sido respetuoso con Natalia en todo el sentido de la palabra. La sesión se convirtió en una oportunidad para hacer las pases con mi cuerpo y pedirle perdón por todo el daño que le causé a lo largo de estos años, para percatarme de la mujer valiosa en la que me he convertido; hermosa no solo por fuera, sino también por dentro… y para recordar día a día que merezco aceptarme tal y como soy.

Nunca antes había participado como modelo en fotografías sin ropa y a pesar de los nervios del momento, comencé a sentirme libre y tranquila; como si mi cuerpo me estuviera perdonando y agradeciendo por haber tenido la valentía de reconciliarme con él.

 

Texto y modelo Natalia Carrión | Fotografía Julián Rodríguez C.

 

 

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