Nuevamente observé mi cuerpo desnudo… otra vez escuché que mi piel me hablaba y en ese lenguaje (que sólo entiendes al descubrir la belleza de tu ser) pude comprender la importancia de reconocerme, de amarme, de entregarme a mi misma. Con cada mirada aprendí hacerme más fuerte, con cada recorrer de mi mano sobre mis mejillas siento la dulzura de mi alma.

Hoy, en completa desnudez, puedo entender que ser vulnerable sólo es un adjetivo de otros para hacerme olvidar que seré poderosa toda mi vida; con mi piel tersa ahora, con mi arrugas luego, con todas mis pecas replegándose cada año, con mi mirada profunda y retadora, con ese culo y esas tetas que no necesitan estar en portadas de revistas para despertar orgullo en mí, porque todo, absolutamente todo de lo que soy cuando estoy completamente al descubierto es justo aquello que necesito para poder surgir, porque cada parte de mí está en armonía con el resto de mi ser, porque funciono en total sincronía con la vida, con el universo, con mi mente que orgullosa me tienta a mirarme, a observarme, a amarme por completo y sin complejos, porque ella me dice y yo lo siento, que los defectos no existen cuando el alma y el cuerpo se complementan en esa unidad, esa unidad que soy yo, tan sencilla, tan compleja, tan contradictoriamente diosa, tan profundamente espiritual, tan simplemente humana y tan perfectamente Mujer.

Modelos Charlotte y Osiris | Texto Madely López | Fotografía Julián Rodríguez C.