Un día me adentré en mi intimidad, me deje cautivar por la calidez de mi piel, la suavidad con la que me acariciaban los últimos rayos del sol de la tarde que muy atrevidos entraban por mi ventana… y me descubrí apetecible y jugosa, como una manzana brillando en la copa del árbol. Descubrí que mi cuerpo podia sentirse querido y agradecido, que por fin me sentía sencillamente sexy, que me amaba con naturalidad, que mi vulva es el fruto mas sagrado y nunca debí avergonzarme de mi placer, porque es vida.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.