Siento que floto, que me muevo sin ataduras. Mis brazos se extienden, trazando arcos en el aire, mientras mi cuerpo gira y se dobla con una libertad que me embriaga. Mi cabello rojo ondea a mi alrededor, una llamarada viva contra el lienzo inmaculado que me rodea. Cada movimiento lo hace danzar, creando patrones efímeros que se desvanecen tan rápido como aparecen. Es como si cada hebra tuviera vida propia, moviéndose al compás de una música que solo yo puedo escuchar. Soy puro movimiento, pura fluidez. Soy fuego líquido, danzando en un mar de blancura.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.