Cuando me di cuenta que la naturaleza y yo éramos una sola, mi presencia en ella se convirtió en un baile en el que cada nota armoniza con mis pasos, mis pensamientos y mis ganas de ser y sentirme plena.
El paisaje se muestra inerte, pero en realidad cada nube, cada color, cada espacio fue apareciendo para vibrar conmigo; para conectar y recordarme que somos uno, que somos orquesta y que la melodía resuena con todo lo que valgo yo.
En una tarde de respirar profundo me llené los pulmones de vida y el alma de tranquilidad. En esa misma tarde me dediqué a danzar mi desnudez porque entre más cerca estoy de lo básico, más claro me es lo divino en ti y en mí.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.
Nuestras sesiones exploran el mundo de la mujer y cuentan historias por medio de imágenes que se adentran en su intimidad y son acompañadas por pensamientos, anhelos y anécdotas escritos por sus protagonistas.
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