El sol ardiente nos obligó a buscar refugio. Dos almas diferentes, unidas por un árbol antiguo que parecía entender más que nosotras mismas. Su sombra nos abrazó, su corteza nos escuchó. Compartimos silencios más profundos que palabras, secretos más grandes que el cielo. Un árbol, un sol y dos corazones que se reconocieron sin necesidad de explicaciones.
Seguimos manteniendo la intención del proyecto para que cualquier mujer pueda participar, reconocerse, verse con más confianza, olvidar los complejos y amarse de verdad.